Mantilla Chaparro, Gabriel.
Desde hace tiempo, hemos abrigado en nuestro Departamento de Literatura Hispanoamericana y Venezolana la idea de crear un órgano escrito, una revista que expresara e interpretara nuestra actividad, nuestro pensamiento, nuestra motivación intelectual y abriera esclusas a todo aquello que en nuestro silencioso Ser interior se estaba fraguando en forma incesante, como los volcanes que, en su furor interno, buscan el momento propicio para hacer erupción.
Es por ello que nos hemos decidido a concretar este sueño, este propósito rico y múltiple que significa crear una revista que sea amena, variada, especializada, de rango intelectual, y especialmente académica, que sirva de núcleo a una energía que está siempre dispuesta a revelar lo mejor de su fuerza creadora. Se dieron varias reuniones; bajo una lluvia de ideas fuimos aportando nuestro parecer: cada reunión era un paso firme y sostenido para llegar a este punto, como en la carrera si fin de Aquiles y la tortuga, sólo que nunca sentimos que era una competencia sino una manera de alimentar, como fieles carboneros la máquina de un tren que nunca dejaba de avanzar.
De aquí nace Casaviento, bandera que izamos en la colina de nuestra Facultad, para orientar no una victoria, sino una expedición hacia el lugar donde nosotros mismos nos estamos esperando, para hallar nuestro lugar en el cosmos del mundo editorial, como escritores, profesores y trilladores de un camino al cual vienen jóvenes ávidos e inteligentes. De allí que hemos llamado a participar a algunos alumnos y alumnas destacados que se motivaron con el proyecto y de una vez ofrecieron su apoyo y su compañía.
En esta revista nace una buena Casa, en la cual circula el Viento de todas las inquietudes, cualquiera sea la dirección que tome. Nunca se cerrarán sus ventanas y más bien llama a todos a asomarse, a encontrar en Ella el secreto de la amistad, la tolerancia, el intercambio de ideas, la verdad sentida de todo lo que está referido al magma de lo literario. Esta es la casa humana donde todo aquello que lleva el signo de la libertad y lo imprevisible, tiene cabida y es huésped de excepción. Casaviento es el nido de nuestra ave Divina: la Literatura en todas sus expresiones, nuestro Fénix de cada día. Por aquí hallará el enamorado de las letras un camino de viento y de agua por donde fluyan sus expectativas. Unas veces estará satisfecho o mirará hacia adentro con interés; otras verá que estamos un punto cardinal opuesto, pero de seguro tendrá hacia nuestro trabajo el respeto a lo que es misión honesta y con afán de aportar, como decía el Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, “ideas al viento”. Y acompañamos esta morada con el Viento por ser éste un elemento cuya invisibilidad no le resta lo verdadero, lo poderoso, lo insospechado, a la vez que está considerado uno de los elementos que acompaña a Dios desde todo principio, por lo cual ni creado fue, pues como bien lo dice el Génesis de la Biblia “el viento del Señor planeaba sobre las aguas” antes de la Creación. Viento que revela la fuerza de nuestro mar interior, neuma o espíritu que nos eleva y nos sumerge en los meandros de nuestro Ser.
Están invitados a esta fiesta de la posibilidad creadora todos aquellos que quieran compartir con nosotros la grata y dura tarea de hornear nuestro pan literario. Saludamos a nuestros queridos lectores. No pediremos nunca disculpa por nuestros errores, ya que ellos serán una escala más en el sendero hacia lo mejor. El público que el destino ponga en contacto con nuestro proyecto, deberá sentir que nuestro mayor y mejor esfuerzo es el de sembrar nuestra palabra en el abrojo y la pradera. Por ello, nos hemos prohibido a nosotros mismos las falencias que tarde o temprano terminan llevando las Revistas a una muerte inmerecida, el protagonismo, el complejo de superioridad, la flojera y la irresponsabilidad. La profunda convivencia y armonía que reinan en nuestro Departamento merecen, como algo dignamente ganado, una revista que perdure en el tiempo.