4.2 Dossier


La construcción del discurso de un sujeto reprimido. Una lectura psicoanalítica de El pozo (1939) de Juan Carlos Onetti

The Construction of the Discourse of a Repressed Subject. A Psychoanalytic Reading of El pozo (1939) by Juan Carlos Onetti

Jesús O. Arellano P.

Estudiante de Letras,

Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela

Resumen

En El pozo de Juan Carlos Onetti se narra la historia de un hombre, Eladio, que también escribe su propia historia y usa sus propias palabras. Hay entonces dos escritores: Onetti el escritor real y Eladio el escritor ficticio. Este nunca sale de su habitación y se dedica sólo a recordar y escribir. En el proceso de escritura se evidencian los grandes problemas de la mente humana. Partiendo de la teoría psicoanalítica explicaremos la incidencia de la modernización escrituraria en los temores y represiones de Eladio. Nos interesa la relación entre estas perturbaciones psíquicas y los acontecimientos que él nos contará a través de su escritura. Se verá entonces un sujeto reprimido que construye un discurso en donde el afán por hacer conocer sus historias nos demuestra el carácter egocéntrico de Eladio. Sin embargo, este carácter es particular. La historia contada por este hombre no es una historia individual. Al contrario, es una historia desindividualizada que no sólo evidencia los problemas de un hombre, sino los de un colectivo.

Palabras clave: ego, perturbaciones, escritura moderna.

Abstract

El pozo by Juan Carlos Onetti narrates the story of a man, Eladio, who also writes his own story and uses his own words. There are, then, two writers: Onetti, the factual writer, and Eladio, the fictitious writer. The later never leaves his room and is solely dedicated to remembering and writing. The process of writing reveals the broader problems of the human mind. Parting from psychoanalytic theory, we shall explain the incidence of modern writing in the fears and repression of Eladio. It is of interest the relationship between these psychological disturbances and the events of the story he himself is telling us through his writing. Thus, a repressed subject that constructs a discourse, eager to make his stories known, will show the egocentric character of Eladio. Nevertheless, such character is particular. The story told by this man is not an individual one. On the contrary, it is the desindividualized story that not only proves the problems of a man, but those of a collectivity.

Keywords: Ego, Disturbances, Modern Writing.

Recibido: 21/04/2010 / Revisado: 21/06/2010


El pozo (1939) de Juan Carlos Onetti es una propuesta innovadora con la que muestra la corrupción y la crisis de la sociedad y sus incidencias en un individuo. Presenta también una particular estructura. Eladio Linacero escribe sus recuerdos o sus sueños porque “un hombre debe escribir la historia de su vida al llegar a los cuarenta, sobre todo si le sucedieron cosas interesantes” (Onetti 97). Es entonces el personaje el que escribe. Onetti sede la pluma a Eladio para que este nos muestre sus sueños, sus recuerdos, para decirlo con Freud, para que venza la vergüenza y deje salir de su inconsciente sus deseos reprimidos, mostrándonos así sus fantasías (1058).

Los niños no se avergüenzan de sus juegos, y al crecer los juegos son sustituidos por ensoñaciones pero a diferencia del niño: “[E]l adulto se avergüenza de sus fantasías y las oculta a los demás” (Freud 1058). Eladio no las oculta: las escribe, las muestra. Esto puede ser por dos razones. La primera es por su condición mental, alguna perturbación de la que está siendo víctima (psicosis). La segunda es porque es poeta, un escritor de “tema libre” que narra su historia para que sintamos empatía por él, demostrando, entre otras cosas, su egocentrismo en la enunciación de la novela.

Estas fantasías que Eladio nos mostrará tienen una relación con el tiempo. Su situación anímica actual lo impulsa a evocar recuerdos del pasado, y ensoñaciones para proyectar el futuro. La situación anímica de Eladio es muy clara, es infeliz: “[H]ace un par de años que creí haber encontrado la felicidad” (Onetti 103). Creyó haberla conseguido pero no la consiguió. De haberla conseguido no estuviese escribiendo pues “los instintos insatisfechos son las fuerzas impulsoras de la fantasía” (Freud 1058). Eladio no tiene ningún instinto satisfecho, al contrario, la insatisfacción es lo que lo caracteriza.

La primera fantasía de Eladio es la de Ana María. Esta aventura es la violación sexual de una joven menor que él en una cabaña; es un recuerdo de la adolescencia. Con este hecho podemos deducir que Eladio no superó del todo el complejo edípico, y por consiguiente, no logró adaptarse a la sociedad. En segundo lugar, al arremeter violentamente contra la joven da muestra de la perversión. No está ocultando el erotismo ni el egoísmo, pues sólo le importa conseguir su placer. El erotismo como el egoísmo son factores del fantasear del joven. El no ocultarlos nos indica que es un sujeto no adaptado a la sociedad pues, según Freud, “el hombre joven debe aprender a reprimir el exceso de egoísmo […] para lograr su inclusión en la sociedad” (1058). No podemos saber con exactitud si esta aventura es un recuerdo o una ensoñación. En todo caso podemos afirmar que pertenece al ámbito de la fantasía. El sólo hecho de manifestarlo y de escribirlo para que sea leído por los demás nos demuestra que no se avergüenza de sus fantasías, cosa que no es del todo “normal” en una persona adulta. De modo que podemos afirmar que en el comportamiento de Eladio se evidencia la enajenación del sujeto moderno. Enajenación que se produce gracias a los grandes cambios que está sufriendo la sociedad; a las guerras, a las revoluciones políticas, económicas e ideológicas – aspectos que comentaremos más adelante.

Luego de esta aventura tenemos que Eladio, sin salir de su habitación, se traslada gracias a sus fantasías a Alaska (Estado en Estados Unidos fronterizo con el occidente de Canadá). Allí Ana María lo visita todas las noches desnuda. Es una especie de fantasma, sin duda un sujeto producto del inconsciente de Eladio. Veamos por qué se puede decir que Ana María es un fantasma. Gran parte de la novela gira en torno al recuerdo de la violación a Ana María cuando joven. Luego que Eladio nos relata este hecho nos dice: “[E]n el mundo de los hechos reales yo no volví a ver a Ana María hasta seis meses después. Estaba de espaldas, con los ojos cerrados, muerta, con una luz que hacia vacilar los pasos y que le movía apenas la sombra de la nariz” (Onetti 102). Como vemos, el hecho de que ella muera seis meses después de la violación, nos indica que es imposible que ella lo visitara en la cabaña en Alaska.

Además, la aventura de la cabaña esta impregnada con un intenso erotismo: “Miro el vientre de Ana María. Apenas redondeado; el corazón empieza a saltarme enloquecido y muerdo con toda mi fuerza el caño de la pipa. Porque suavemente los gruesos muslos se ponen a temblar” (105). Esta escena nos muestra que Eladio no se preocupa por ocultar su erotismo, su fantasear, demostrando así que es un desadaptado. De aquí se puede deducir que está siendo víctima de una perturbación, de una psicosis, pues no está ni dominando ni reprimiendo sus deseos inconscientes.

Con estas dos observaciones se puede afirmar que la aventura de la cabaña, en torno a la que gira el relato, no ocurrió nunca. Sólo fue producto del fantasear de Eladio. Podríamos decir que ese fantasear es una forma de evadir la realidad. Nos estamos remitiendo al mundo que los rodea, a la sociedad en que viven, a un colectivo. Es este colectivo quien impulsa, a través de la obra de Onetti, las creaciones de Eladio. Creaciones que no sólo le pertenecen a él, sino a cada uno de los sujetos de ese colectivo. Pues el contexto sociohistórico influye en cada uno de ellos y los conduce a estados anímicos y represivos desde los cuales los sujetos, para evadir la realidad, crean otros mundos, alimentando así su ego, es decir, su egocentrismo.

Así como esta aventura en la novela encontramos otras que están vinculadas también a mujeres. Son diferentes fantasías producto del inconsciente de Eladio; manifestaciones de su represión, ensoñaciones en los que se satisfacen y cumplen sus deseos reprimidos. Una prostituta, un poeta y su compañero de cuarto son figuras fundamentales con las que se demuestran las perturbaciones psicóticas de Eladio.

Ester, la prostituta, es un personaje con el cual Eladio se encapricha. Desea estar con ella sin pagarle. El no pagarle les dará la sensación tanto a Ester como a Eladio de que ella no es una prostituta. Después de muchos intentos consigue acostarse con ella y luego de esto intenta conversarle a cerca de sus aventuras. Le pregunta: “¿[N]unca te dio por pensar cosas, antes de dormirte o en cualquier sitio, cosas raras que te gustaría que pasaran…?” (Onetti 120). Con esta pregunta comienza la conversación acerca de sus aventuras. En dichas aventuras se puede ver lo aislado que está Eladio: “[M]e doy cuenta de golpe […] que estoy en un país que no conozco, donde siempre está lloviendo y no puedo hablar con nadie” (120). Decir esto indica que este aislamiento es causa de la realidad social en que se encuentran. Esta conversación acerca de sus fantasías termina con las siguientes palabras de Ester: “[S]iempre pensé que eras un asco… ¡con razón no querías pagarme” (121). Su primer intento de comunicar sus fantasías fracasó a causa de que a quien escogió como su interlocutora (énfasis en lo femenino) no lo comprendió. Esta incomprensión por parte de Ester demuestra que ella no comparte con él su condición de reprimido. Además, asumiendo este encuentro como ora fantasía más, y a Ester como una mera creación de Eladio, se evidencia que la incomprensión alimenta de tal modo el ego de Eladio, que lo hace sentir superior, de mente más amplia, capaz de crear cosas elevadas que sólo él puede comprender.

De estas escenas con Ester, el relato salta a la habitación de Eladio donde se encuentra escribiendo. Allí nos comenta las conversaciones con su compañero de habitación. Con estos comentarios Eladio intenta demostrarnos lo infeliz que es su amigo. Además nos muestra que las ideas de su amigo están muy por debajo de las suyas: “[L]o dejo hablar, que se enrede solo, mirándolo con una sonrisa burlona” (122). Con este acto Eladio se siente superior a su compañero. Sin embargo, más adelante, casi al final de la novela, Eladio se compara con Lázaro y dice: “[Y]o soy un pobre hombre que se vuelve por las noches a las sombras de la pared para pensar cosas disparatadas y fantásticas. Lázaro es un cretino, pero tiene fe, cree en algo” (131). Eladio es infeliz, porque nada le importa. Está aislado de todo. Lo único que le preocupa es conseguir la felicidad, y esa felicidad cree conseguirla con sus ensoñaciones.

La búsqueda de la felicidad en las ensoñaciones se debe a que Eladio es un personaje saturado de realidad. Esto queda demostrado en las conversaciones que sostiene con Lázaro, en las que el tema principal es la política, la situación de mundo, y las relaciones entre los países. Una de estas conversaciones las cierra con estas palabras: “¿Qué se puede hacer en este país? Nada, ni dejarse engañar” (Onetti 126). Un tono un tanto pesimista pero a la vez preocupado a la hora de tocar estos temas con su amigo. Demuestra una cierta posición crítica ante lo “atrasado” de este continente, y compara su país con Alemania. Sin embargo, como ya se dijo, Eladio prefiere no verse afectado por esta realidad y “busca” refugio en su subconsciente.

Otra de las personas con las que conversa, y a quien intenta contarle sus aventuras es un poeta llamado Cordes. Al principio la conversación fluye de manera normal, y Eladio, “sin vacilaciones, seguro de ser comprendido” (124), comienza a contarle sus aventuras. Después que Eladio termina, Cordes le responde: “-Es muy hermoso… sí. Pero no entiendo bien si todo esto es un plan para un cuento o algo así” (131). De nuevo Eladio es incomprendido. El hecho de que Cordes relacione las fantasías de Eladio con la literatura, recuerda a Freud. Este explica la estrecha relación entre las fantasías de un poeta y el juego de un niño (1057). Cordes no estaba equivocado del todo al dudar. Al fin y al cabo, estos tres actos, la literatura, las ensoñaciones y el juego, son formas o manifestaciones del inconsciente.

El hecho de que Eladio haya exteriorizado sus aventuras y ensoñaciones demuestra la pérdida de la vergüenza y la pérdida del temor a ser rechazado. Este miedo lo pierde definitivamente al escribir sus fantasías. Sin embargo, está consciente de que “no hay nadie que tenga el alma limpia, nadie ante quien sea posible desnudarse sin vergüenza” (Onetti 113). Con esta confesión nos demuestra, por un lado, lo confundido que está y la necesidad que tiene de dejar salir sus deseos. Por el otro, la inadaptación que esto le genera, pues los otros dos personajes, Ester y Cordes, no están interesados en sus fantasías, no las entienden, son extrañas para ellos. Si fuese a Eladio a quien alguien contara sus ensoñaciones, a él no le serían extrañas. En efecto, él confiesa que cuando Ester lo visita y le habla de sus ensoñaciones, él considera que ella siempre “sueña o imagina […] cosas de una extraordinaria pureza, sencillas como historietas para niños” (121). Vemos en esta confesión de Eladio, otro argumento más para constatar su perturbación; y además, relaciona de nuevo las ensoñaciones con lo infantil, con los niños. Con todo este planteamiento, Onetti, lejos de evadir la realidad, al contar la historia de un solo hombre, promueve, a través de la novela, una estética innovadora en la que se ve implícitamente un compromiso social. Una preocupación por la enajenación de la sociedad.

Eladio es presentado como sujeto saturado de la realidad, mostrando una sociedad enajenada a causa de la modernización. Atrás quedó la barbarie que caracterizó el siglo XIX en Hispanoamérica, ya todo está ‘civilizado’. No obstante, esa civilización, dice el escritor mexicano Carlos Fuentes: “[L]ejos de procurar la felicidad o el sentimiento de la identidad o el encuentro con valores comunes, genera una nueva enajenación, una automatización más profunda, una soledad más grave” (177). Esa soledad es sufrida por la mayoría de los personajes de El pozo, y en especial por Eladio. Él nos lleva de un lugar a otro con su escritura, con sus ensoñaciones, pero jamás sale de su habitación.

Eladio es un sujeto producto de una realidad en crisis. Él es participe de “una crisis en las relaciones humanas y de la personalidad humana” (Eagleton 182). Crisis en la que se notan “el ansia, el temor a la persecución, la desfragmentación del yo” (Fuentes 177).

Estos fenómenos tienen su incidencia en la literatura de esta época y serán estudiados por el psicoanálisis, con el fin de redimensionar la relación individuo-colectivo. El discurso de Eladio es un buen ejemplo de dicha incidencia. Desde la represión, el de Eladio no es sólo discurso ni tampoco experiencia individual. Sus sueños “son mitos despersonalizados […] no son sueños personales sino colectivos” (Díaz 745). Esta despersonalización yace en que a pesar de que son sueños de un hombre, estas vivencias son visionarias. Se trata “del producto “intencionalmente” conformado de complicadas actividades anímicas” (Jung 9). Es decir, el discurso literario en El pozo es el producto despersonalizado y colectivo tanto del Onetti creador real como del Eladio creador ficticio.

Bibliografía citada

Díaz, José Pedro. Lectura crítica de la literatura americana. Vanguardias y tomas de posesión. Tomo 3. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1997.

Eagleton, Terry. Una introducción a la teoría literaria. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1998.

Freud, Sigmund. Obras completas. Madrid: Biblioteca Nueva, 1968.

Fuentes, Carlos. Sobre la novela hispanoamericana”. Lectura crítica de la literatura americana. Actualidades fundacionales. Saúl Sosnowsky. Tomo 4. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1997.

Jung, Carl Gustav. Formaciones de lo inconsciente. Barcelona (Esp.): Paidós, 1981.

Onetti, Juan Carlos. Los adioses. El pozo. Buenos Aires: Alfaguara, 2007.