3.3 Ensayo




Sobre la escritura
On writing

Sobeida Núñez
Departamento de Literatura Hispanoamericana y Venezolana,
Escuela de Letras, Facultad de Humanidades y Educación, Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela.
sobeidanunez@yahoo.es


Recibido: 10-enero-2009 / Revisado: 22-enero-2009

Resumen
Desde cualquier perspectiva, la escritura es un proceso que comporta relaciones complejas; dilucidar sobre este ejercicio es ahondar en el hombre mismo y su papel en el curso de la historia. Este texto intenta estudiar el proceso de la escritura insertado en la evolución de los tiempos, o, con mayor precisión, en un contexto socio-cultural. Así, se rescata de este estudio una enumeración de las facetas de dicho fenómeno intelectual, a dónde va orientado: a lo puramente pragmático o a la elaboración artística: ¿Qué es la escritura para quien no es escritor y qué es para quien sí lo es?

Palabras clave: proceso intelectual, escritura, escritores.


Abstract
From any perspective, writing is a process which implies complex relationships. To meditate about this activity is to go deep into man himself, as well as into his role in the course of history. This paper intends to study the process of writing, as circumscribed in the evolution of times or, more precisely, within a socio-cultural context. Thus it is possible to grasp from this study a list of the aspects of this intellectual phenomenon and where it is oriented: towards merely pragmatic aims or towards artistic elaboration. What is writing for those who are not writers and what is it for those who are?

Keywords: Intellectual process, writing, writers.

Escribir sobre la escritura parece un tanto extraño. Sin embargo no hay otra forma de reflexionar sobre la escritura sino con la escritura misma, no hay otra forma de hablar del lenguaje sino con el lenguaje mismo; procesos que nos insertan en una suerte de círculo, un continuo y también una introspección. La reflexión sobre la palabra es tan antigua como nos permite la Biblia afirmar, así como el pensamiento griego, principalmente en la figura de Platón. Pero no es, la palabra nada en sí misma sino en tanto está organizada en un contexto y conjunto comprensible: he ahí la escritura, uno de esos conjuntos, el otro sin duda es la oralidad.

Parece más fácil hablar sobre la escritura que sumergirse en este diálogo interior con y del proceso. La escritura forma parte del crecimiento de la humanidad, en la actualidad el mundo sería inconcebible sin ella. La oralidad ocupa nuestro quehacer diario, es nuestro más inmediato medio de comunicación, de integración pero nuestra existencia está determinada por el registro visible, lo escrito, ¿qué sería de un ciudadano venezolano sin su cédula de identidad?, ¿hasta donde podríamos llegar sin pasaporte?

El Imperio de lo escrito no sólo ha desplazado a lo oral sino que ha puesto en duda nuestra existencia y también nuestra honorabilidad, nadie cree en la palabra de otro si no está escrita. No confiamos en nadie, debemos demostrar por escrito que existimos. Muchas instituciones piden una “fe de vida" que es como un certificado de existencia. Naturalmente no se puede desconocer que esto tiene que ver con la masificación, con la superpoblación (que hay en la actualidad y con la sofisticación del mundo en los últimos siglos).

Los soportes de la escritura también han cambiado sustancialmente desde la piedra de las leyes de Moisés. La piedra Rosetta, los papiros, las pieles de animales, etc.… a soportes tan sofisticados como en el que ahora escribo. Estos cambios sin embargo, por una parte, muestran la evolución tecnológica de la humanidad y, por otra, demuestran la permanencia de lo escrito.

Siendo la escritura tan inherente al ser social actual es natural que su aprendizaje comience durante la infancia. Sabemos que los niños se familiarizan con ella aún antes de ir a la escuela y aprender a escribir. Quizás una de las primeras fascinaciones del niño con la escritura es aprender a escribir su nombre, signo también de su individualidad.

Esos primeros contactos con la escritura deben terminar en aquello que llamamos aprender a escribir, que en un principio consiste en saber dibujar un sonido. Después comienza un proceso que para algunos dura toda la vida, otros ni se enteran, a algunos no les interesa, y a muchos los hace sufrir, a unos cuantos los salva. La escuela debe formar escritores, no literatos sino Individuos capaces de expresarse por escrito con relativa facilidad. La experiencia educativa nuestra nos revela que esto es un ideal, que los estudiantes salen de bachillerato y universidad con serias dificultades de escritura que les crean grandes limitaciones.

El aprendizaje de la escritura va complejizándose según vamos avanzando en la escuela. La dificultad inicial de aprender los signos escritos de nuestro idioma es un nivel que todo escolar alcanza y supera. Luego se va adentrando en el proceso de composición, de producción personal, proceso que la mayoría no culmina con éxito. Ahí se queda la mayoría, en esas dificultades que han motivado tantas investigaciones y han provocado desbordes de tintas sobre el tema. Los problemas, no obstante las investigaciones, se mantienen y la escuela y la universidad seguirán luchando con él.

Estas dificultades no anulan la existencia de escritores acabados, maduros que ejercen la escritura de dos maneras: la escritura literaria, artística, poética y la escritura reflexiva de producción de conocimientos e información. Ambas experiencias sin ser totalmente excluyentes pueden llegar a ser diferentes.

La escritura literaria comporta una relación con la palabra escrita que muchas veces supera la racionalidad, escribir para un artista no siempre significa producir un texto sino dejar salir fantasmas que lo atacan y le roban la cordura y la paz. He ahí la escritura como una salvación. Rainer María Rilke en su libro Cartas a un joven poeta le decía a su destinatario que para saber si su vocación de escritor era real sólo tenía que imaginar encontrarse en una condición en la que no pudiera hacerlo y si no se conformaba, sino que sufría por ello, entonces su vocación era cierta. Así de trascendente es la escritura para los poetas, no es una actividad, es su vida y más.

Por otro lado, independientemente de su carácter artístico, la escritura representa una confrontación con uno mismo. Ponemos en juego muchos elementos de nuestra mente cuando nos sentamos a escribir, es la escritura como se sabe una de las expresiones de la formalización del pensamiento. Ella nos obliga a organizar en forma escrita e inteligible nuestra expresión, nos obliga a revisar y examinar nuestro conocimiento, y es la herramienta más precisa de la comprensión. Si puedes escribir sobre lo que lees, ves oyes y aprendes, entonces en verdad haz comprendido. Una de las mejores maneras de asimilar un conocimiento nuevo es escribiendo sobre él.
La reflexión actual sobre este tema ha cambiado el viejo enfoque lineal del proceso de pre-escritura, escritura y re-escritura como forma de producción del texto, por una la visión del proceso como recursivo en el que los elementos mencionados no están separados sino que se producen de forma simultánea.

La producción de un texto resulta de operaciones de planificación en la que lo principal es tener un norte u objetivo preciso: definición del tema, público o lector al que va dirigido, nivel de profundidad con que será tratado el tema y contexto socio-cultural que rodea la producción. Estos pasos son previos a la escritura propiamente tal, en la que nuestras ideas, reflexiones, resultados y conclusiones pasan a ser texto. Sobre la marcha pueden cambiar algunos de los aspectos definidos al inicio, lo cual nos hará volver sobre aquel primer paso que como ya se dijo ahora se apareja al segundo.

Una vez que tenemos algo ya escrito, no necesitamos terminarlo para corregir, la revisión es un proceso de re-escritura que si bien se debe hacer de una forma atenta cuando se consideran logrados todos los propósitos iniciales, la dinámica de la escritura exige que se realice de forma constante mientras producimos.

El acto de escritura y de revisión exige tener presentes aspectos de la producción como las reglas gramaticales de la lengua en que nos expresamos, el léxico que depende del tema y género del texto, y muy especialmente el nivel semántico; así como la organización formal del texto.
Todo lo descrito hasta aquí evidencia que la escritura no es un acto espontáneo y producto de la inspiración, sino que sus productores recurren a estrategias tanto mentales como organizacionales para lograr sus objetivos aun cuando se trate de la escritura literaria y artística, pues aunque esta posee un carácter más libre y ajustado a las necesidades del autor y no del lector, también evidencia, en la mayoría de los casos, un orden.
Desde diversos ángulos, como se ha visto, la escritura es una necesidad del espíritu humano y una necesidad para la sobre vivencia social.