2.3 Investigación


Del cuerpo femenino al cuerpo de la crónica en Elisa Lerner
From the feminine boy to the body of chronicle in Elisa Lerner



Díaz, Francisco Javier .
Departamento de Literatura Hispanoamericana y Venezolana,

Escuela de Letras, Facultad de Humanidades y Educación,
Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela.
diaz.franciscojavier@gmail.com
Recibido: 31-3-2008 / Revisado: 20-4-2008


Resumen
La presente investigación consiste en analizar dos aspectos específicos que configuran el texto Crónicas ginecológicas (1984) de Elisa Lerner. En primera instancia, la relación de la mujer con su cuerpo configurará una perspectiva de reflexión y valoración de ese sujeto escindido en su confrontación con el mundo. Será el cuerpo un motivo, un escenario de los temas y personajes de la mujer ligada a su imagen, como si en ésta radicara un sentido especular que une y refleja una actitud, una forma de sensibilidad. Por otra parte, siendo crónicas diseñadas con base en una espacialidad reducida, todos los elementos que las componen están necesariamente relacionados por esa espacialidad que es aprovechada a través de recursos estilísticos que permiten un desarrollo cualitativo del texto.

Palabras clave: crónica, literatura femenina venezolana, Elisa Lerner.

Abstract
This paper consists of an analysis of two specific elements which constitute the 1984 text Crónicas ginecológicas (‘Gynaecological chronicles’), by Elisa Lerner. Firstly, woman’s relationship to her body will configure a perspective of reflection and valuation of this exscinded subject in its confrontation to the world. The body will be a motive, a scenario for the themes and characters of the woman related to her image, as though a reflective sense which joins and reflects an attitude and a way of sensitivity lay on the image of the woman. On the other hand, since the chronicles were designed based on a limited space, all the elements that constitute them are necessarily related through that space, which is used though stylistic resources which make possible a qualitative development of the text.

Keywords: chronicle, Venezuelan feminine literature, Elisa Lerner.

Así como en México Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska han alcanzado un notable dominio dentro del género de la crónica, Elisa Lerner en Venezuela cristaliza en su escritura cronística un espacio de enunciación que tiene como signos referentes la ruptura y la conciencia crítica. Su mirada hacia aspectos cotidianos de la historia del país, de lo urbano, de los “otros” discursos de la modernidad, sobre la base de un elaborado lenguaje irónico, da una visión particular del espacio discursivo y temático de la literatura venezolana. Y si hablamos de ruptura, nos referimos en primer lugar a que:


Las crónicas de Lerner marcan radicalmente la transición entre la mujer doméstica y subalterna de la Venezuela ancestral hacia nuevas representaciones que veremos en las siguientes generaciones de escritoras. Irrumpe en el mundo un tanto provinciano y todavía aferrado a usos tradicionales con una mirada de extranjeridad. Hija de emigrantes judíos, su visón cosmopolita atina a percibir el país múltiple en que se ha convertido Venezuela a raíz de los contingentes migratorios de la posguerra, y a la vez inspecciona en los renglones del tejido social de un nuevo paisaje (Pantin y Torres 84).

El complejo proceso del país debido a las nuevas realidades, en muchos casos traumáticas y contradictorias, es expuesto a través de una escritura que busca analizar críticamente las dualidades de esa realidad. Pues si bien en sus crónicas podemos hablar de una “apología a lo cotidiano”, es sólo una de las marcas evidentes, pero no exclusivas de su ejercicio en ese género. Las crónicas de Elisa Lerner constituyen una proyección de autoconocimiento, el registro de matices que testimonian una perspectiva crítica, la pintura de aspectos vitales de su naturaleza como nación. En este sentido, transgresión y vocación literaria se unen:
Ella es también la primera escritora que se apropia rotundamente de la exterioridad, no sólo porque comienza su carrera literaria con la crónica urbana sino por la gran variedad de temas que la ocupan. El cine, las artes plásticas, la fotografía, los íconos de masas, la historia en su relación con la literatura, el judaísmo, la vida en las grandes urbes, la crítica literaria; su artículo sobre Rayuela fue el primero que se escribió en Venezuela (85)


Esa exterioridad es doblemente articulada, transgresora y estética a la vez. Enunciando como mujer desde los terrenos del logos masculino, su escritura posee una propiedad ligada al rigor del ejercicio literario, un estilo donde convergen la ironía, el sarcasmo y lo edificante, una visión que abarca la pluralidad de discursos, la literatura, el periodismo, los medios de comunicación, la política y la memoria colectiva. Elisa Lerner como cronista, expone un testimonio del devenir del país a través de una poética irreverente en una forma literaria que, en nuestro país, está por revalorarse, para situarse, quizás, como un género de la literatura y de la historia literaria venezolana, cuyo principal paradigma es una mujer.

Del cuerpo de la crónica: la brevedad
La variedad temática del texto, la cantidad de sucesos y referentes a los cuales la autora se aproxima, obligan a que la extensión sea limitada. De esta manera, el ejercicio escritural puede desplazarse por cada motivo, al abrir desde el título sus posibles referencias, para seguidamente desarrollar el tema de una forma precisa, sin desperdiciar la atención del lector fuera de la anécdota planteada.
Cada crónica posee un tema específico que se enriquece con las relaciones inter e intratextuales. Esto es, las alusiones diversas hacia otras historias (del mismo libro) u otros textos, con los espacios referenciales consecuentes del mismo (el cine, las personalidades, la literatura, etc.). La brevedad también otorga al texto una singular ventaja. Si bien está cohesionado por una serie de elementos temáticos y estructurales, el lector puede acercarse a Crónicas Ginecológicas indiscriminadamente, no es necesario que reconstruya el texto de principio a fin, porque aunque relacionadas, cada crónica tiene su autonomía de sentido.
Siendo crónicas diseñadas con base en una espacialidad reducida, todos los elementos que las componen están necesariamente relacionados por esa espacialidad. Así, la textualidad es aprovechada a través de recursos estilísticos que permiten un desarrollo cualitativo del texto. Y aquí entramos en la puesta en escena de los diferentes recursos de la escritura desplegados por la autora.

De los títulos
Gérard Genette habla de “paratextualidad” cuando se refiere a las relaciones intertextuales proyectadas desde los títulos de las obras literarias, desde los poemas hasta las novelas y en general, como un recurso imbricado en la “transcendencia textual” de cada texto en particular (12). Los títulos de cada crónica de Crónicas ginecológicas, tienen varios aspectos caracterizadores, por ejemplo, el nombre de una celebridad hollywodense o latinoamericana: “Barbara Hutton: la enfática esposa”, “Shirley temple: un mito abolido”, “Gloria Swanson: superviviente de sí misma”, o “Armando Manzanero: la ilusión de la virilidad”, “Daniel Santos: gran compadre de la noche”, “El póstumo cuerpecito de Eva Perón” (las cursivas son nuestras).
Esta es una forma recurrente que el texto expone, como un rasgo estilístico: la alusión directa al nombre de la personalidad seleccionada, seguida por dos puntos luego de los cuales se plasma en sí el título de la crónica, por medio de una adjetivación, una metaforización, un juego semántico: La enfática esposa, Un mito abolido, Superviviente de sí misma, La ilusión de la virilidad, Gran compadre de la noche.
Este rasgo no sólo se da cuando se refiere a una celebridad, es básicamente un aspecto del estilo en general: “Miss Venezuela: otra fracasada versión de El Dorado”, “El machismo venezolano: metáfora de la soledad”, “La cama: ayer y hoy”, “La mujer: satélite lunar”. Este es un aspecto de la dimensión intratextual del texto, esos detalles que vistos desde una perspectiva unitaria, conforman el diálogo de elementos que dan los principios compositivos de la obra.

Del lenguaje
La espacialidad reducida obliga a quien enuncia a usar estrategias, recursos del lenguaje que permitan al mismo tiempo, aprovechar con mayor rendimiento los núcleos de sentido que desea proyectar, en relación con la premisa de ofrecer una musicalidad, una cadencia del lenguaje, de usar las herramientas de éste para buscar la “literariedad” de la obra, para desenfundar un contenido estético.
En Crónicas ginecológicas encontramos un elemento común a todas las crónicas y que forma parte del entramado estructural y del lenguaje empleado por Elisa Lerner. Nos referimos a la distribución deliberada a lo largo del texto y en cada texto en sí, de incisos, paréntesis (- -) y signos de interrogación. Estos son elementos que Umberto Eco denomina “cuadros” y Paul Van Dijk “marcos de conocimiento”(Rojo 8). Este uso deliberado de “cuadros y marcos”, permite un dialogismo intratextual, un ludismo del lenguaje, para traer referencias múltiples y necesarias en la conformación y desarrollo de los temas expuestos:
La millonaria Barbara Hutton –este año ha muerto dejando en estado de viudedad a varios hombres: no en balde entretuvo las décadas casándose siete veces–­ tenía carita triste y cuerpo flaco (Lerner 15).

Así inicia esta crónica (la primera del libro), y buena parte del resto de las crónicas tienen la misma forma de ser introducidas en la lectura:

En el país, de apenas anteayer –y donde, en la población, el dato campesino privó ostensiblemente por sobre el dato urbano– comer, fue acto casi silencioso, modesto, acaso desapercibido y sin brillantes prolongaciones, dentro de la vida nacional (39)
Una gran literatura escrita por mujeres, siempre la ha habido. Hacia los años veinte –cuando los fundamentales derechos de la feminidad eran como oprobiosas lentejuelas sin posible, estelar clasificación– Virginia Wolf y Catherine Mansfield, pongamos por caso, tenían ya acentuado prestigio. ¿Por qué, entonces, al presente –en este discurrir, aún ansioso, de la década del ochenta– tanto se viene hablando de literatura femenina? (207)


La crónica breve es asumida como un espacio donde el lenguaje es cuidado y compendiado de la manera más pertinente posible. Los “cuadros” ayudan al enunciador a enriquecer y multiplicar el sentido de las oraciones. Estos son matices, pliegues necesarios para configurar el tono de la prosa del texto, su peculiaridad sintáctica y su riqueza léxica, normas en las que subyace y se construye el lenguaje. El párrafo inicial de una crónica en especial, “Postal de amor para Olivia”, evidencia explícitamente la apropiación y caracterización de estos aspectos señalados de la escritura de Elisa Lerner:


En el día de los enamorados, mi pensamiento más fervoroso o devoto gira hacia Olivia, la tan leal, fidedigna (eterna) novia de Popeye. De haber sido inglesa –no tan sólo la modesta compatriota de un presidente de República, nacido en Acarigua– y tocándome vivir en tiempos de menor violencia, yo a Olivia y a Popeye –su marítimo prometido– en fecha como ésta, les habría invitado a una tómbola benéfica para que –mutuamente, en el transcurso de ella– se hubieran enviado amorísimas valentinas: esas breves misivas o postales que los novios –fue tradición– acostumbraban a escribir con motivo del 14 de febrero, día de San Valentín y de los enamorados. La más espectacular rifa de cojines (cosidos por manos de mujer, pertenecientes a una desventurada era aun desconocedora de los superiores favores estéticos de las cremas de belleza), hubiera tenido lugar (55)

El uso de estos signos de puntuación, responden a un estricto orden estilístico donde, por lo condensado del espacio, la autora recurre a formas discursivas que le permiten llenar de densidad de sentido el texto en el menor espacio posible, por la necesaria economía de lenguaje que exige cada crónica. De esa manera, genera una comunicación textual que es aprovechada para plasmar sentidos de ironía, de mordacidad y, al mismo tiempo, comentarios e informaciones necesarias para ubicar contextualmente al lector.

De lo femenino, del cuerpo.
En el primer texto titulado “Sinceramiento para sirenas” -una especie de introducción, un manifiesto mejor, una invocación quizás- que abre el libro de Elisa Lerner, se expresa lo que creemos es una de sus proyecciones de un imaginario femenino: la mujer en esa constatación de que su cuerpo es un dominio donde se construye una sensibilidad, una reafirmación de la identidad, y, en muchos casos, ésta tiene nexos con ardides de representación, de significación. Si la modernidad va a asumir el cuerpo como lenguaje (Bravo 193), estas sirenas de Lerner tendrán en su cuerpo algunos de los signos doblemente articulados de su ser:
Pero, muy en el fondo, Bárbara nunca creyó mucho en su cuerpo. Supo que, en ella, el dinero se imponía por encima de la anhelante y magra carne. Por lo que se entregó a sucesivos –fugitivos- matrimonios. ¿Un frágil cuerpo no termina entregándose a matrimonios frágiles? (Lerner 17)
El reconocimiento, la búsqueda de la corporalidad, hace las veces de un núcleo de sentido metafórico. La piel, los gestos, las facciones, las formas de vestir y los movimientos corporales fungen como un mapa de correlaciones entre el sujeto femenino y el otro, el cuerpo entero (ideal) y vigilante de la sociedad masculina occidental:

Shirley Temple tampoco respondía a un orden riguroso y puro de belleza infantil anglosajona. […] La nariz pequeña, diminuta, se fruncía a cada rato, como un veloz animalito, para no quedarse triste, ensimismada, sobre el rostro de la protagonista de Ricitos de Oro, Rebeca o La pequeña Miss Broadway […] Las mejillas y los labios: redondos, carnosos, pero muy simpáticos, señalaron que en esa niña se afirmaba la vida. A veces el cuerpo parecía un poco rechoncho aunque Shirley Temple nunca fue una niña gorda, pero tampoco de esbeltez admirable. El valor, la singularidad de ese cuerpo radicaba en que, desde muy temprano, fue entrenado para moverse con audaz desenfado en la heterogénea multiplicidad del dinamismo norteamericano (24)

Esa relación de la mujer con su cuerpo, configurará un punto de perspectiva de reflexión y valoración de ese sujeto escíndido en su confrontación con el mundo. Será el cuerpo un motivo, un escenario del texto, una espacialidad de los temas y personajes. Siempre la mujer ligada a una imagen, a su imagen, como si en ésta radicara un sentido especular que une y refleja una actitud, una forma de sensibilidad, de ver el mundo, un puente entre ella, la vida y el quehacer:

La madurez empieza a ocupar el rostro de Elena Poniatowska. El pelo sigue siendo bastante rubio, resplandeciente. Pero lo más singular de Elena Poniatowska son los ojos. Unos ojos obedientes a los párpados petulantes, ceremoniosos, bellos. Finalmente polacos, remotos. La boca grande, generosa: es su comprensión, su crónica de México (117)

Simón de Beauvior ha dicho que, el indumento permite a la mujer expresar con su manera de vestir su actitud con respecto a la sociedad (310). Es la imagen propia entonces, una forma especular que ayuda a definir la identidad. En Lerner, ese afán en la descripción, en la mirada hacia el cuerpo de la mujer y su ropa, contribuye al establecimiento de un espacio feminizado, donde las superficialidades, esa mirada a lo periférico (indumentaria, vestidos, accesorios, etc.), expresan en un acto ilusorio, placer del simulacro, la vía de acceso al universo femenino, a sus abstracciones, sus profundidades. Es en todo caso, otro artilugio del lenguaje, una forma de abordar un imaginario femenino, que tiene sus propios signos, sus contingencias, sus particularidades, sus métodos de interpretación.

De la vida.
Estos sujetos femeninos de Lerner son mayormente mujeres desarraigadas (desarregladas nunca), desencantadas, nostálgicas, escíndidas, mujeres de la ironía. Como si llevaran una especie de peso, de carga del pasado. Es el caso de la millonaria Barbara Hutton. Elisa Lerner la describe como una mujer de la contradicción, “sus siete endebles maridos configuraron su particular demonio de soledad” (19). La soledad fue su signo y su pobreza. Y Shirley Temple dejó en su infancia el orgullo democrático norteamericano, un mito en exceso manoseado, que (la incomprendida) Marilyn Monroe se llevaría a la tumba.
En Crónicas ginecológicas, estos seres escíndidos salen muchas veces de los más primorosos e insospechados estudios de una era “dorada” de Hollywood. Como una añoranza, Lerner recrea episodios de la vida de estas celebridades para mostrar, cómo la mujer pareciera estar inexorablemente ligada a su imagen “ideal”, y donde las ilusiones de un mundo frívolo como ese, no abrigan sosiego para la soledad y el hastío. Lerner describirá y dedicará en sus crónicas, una aproximación a las miserias y virtudes de la mujer, de cualquier mujer.
Es el caso por ejemplo de la mirada que dará a Eva Perón: “Muchos de los hábitos gubernamentales de Eva Perón tuvieron cabaretera nocturnidad” (234). Es una especie de heroína trágica, desarraigada e incomprendida. Su pelo rubio “de cinematográfica actriz” (235) es representado como un velo que frena los ímpetus profundos. Un estado de la mujer que parece siempre ser igual en las crónicas de Lerner: el tener que permanecer en la frontera de la franqueza y la fatalidad.

De la literatura.
El desarrollo de temas en Crónicas ginecológicas, y en este caso atendiendo puntualmente al espacio del imaginario femenino, también toca puntos neurálgicos de la representación de dicho imaginario en las dimensiones de la literatura. En “La crónica femenina del franquismo”, Lerner rastrea –y da muestras de que es una gran lectora de literatura femenina y de crónicas- una serie de paradigmas que, en ese período trágico de la historia española, marcaban en gran medida el andar de la mujer en los espacios literarios, “A los intelectuales del franquismo les pareció muy bien que fueran las mujeres las dedicadas a escribir esa idiota literatura del corazón, afirma Lidia Falcón. La gran y seria creación literaria –naturalmente- habrían de escribirla los hombres” (235).
El progreso de la mujer y su autonomía en la construcción de temas literarios, al soslayar los estereotipos y mentiras que devienen desde los espacios (masculinos) de poder, son una preocupación y un objetivo recurrente por parte de la autora. Precisamente, Lerner en esta crónica, muestra la evolución y la toma de libertad, paulatina pero segura, de las escritoras españolas, y naturalmente, puede leerse como una extensión hacia las escritoras de habla hispana en general.

Por otra parte, en la crónica titulada “Domesticidades peligrosas”, la autora toca un punto fundamental que atañe a muchas escritoras: ¿cómo relacionar acertadamente el binomio matrimonio-literatura? ¿Cómo sobrellevar con éxito una relación y al mismo tiempo las autonomías intelectuales y económicas de cada uno? En este sentido, Lerner afirma: “Virginia Wolf, acaso algo ingenuamente, cree que una comodidad de orden económico soluciona el problema Lotario en las mujeres” (101). Acudiendo a un paradigma del universo literario femenino, Virginia Wolf, en esta crónica las dimensiones de la convivencia social son puestas en cuestionamiento, pues, se interroga, por qué en muchos casos la dependencia económica de las mujeres intelectuales puede ser determinante para su desenvolvimiento en el plano literario.
En la crónica “La literatura: ¿Tiene sexo? se desarrolla una reflexión -breve pero sustancial- de la eterna discusión, si se puede hablar, de la existencia conceptual o no de una literatura femenina. En primer lugar, Lerner dirige su mirada a un grupo de “reporteras literarias y poetisas” de los años cuarenta, quienes reclamaban su justa valorización dentro de los dominios de la literatura, al justificar la autonomía de la mujer en tanto escritora:
La voz particular –entre valiente y extravagante- de esas mujeres venezolanas de hace cuarenta años, acaso todavía vive en mí. Porque lo confieso abiertamente: me gusta, le tengo sólida confianza a la palabra inglesa writer que con amplitud, sin mezquindades, evita una selección que, en ocasiones, coloca a escritoras admirables antes que en un respetable contexto de literatura femenina en otro –muy cautivo- que, posiblemente, es decididamente ginecológico…(106)

La reflexión de matiz irónico, planeta la situación de la permeabilidad del término "literatura femenina", o inclusive, el de “imaginación femenina”. Lerner acude a la posibilidad de concebir ciertos discursos periféricos o “menores” de la escritura literaria (epístolas, diarios, autobiografías) como antecedentes vitales de lo que sería una literatura de mujer:
Pero habrá siempre el peligro de que a la más alta prosa femenina la embadurne el cálido olor de las cocinas. Por lo que más sensato me parece Hablar antes que de femenina literatura, de libros femeninos o de libros escritos por mujeres. Creo que en éstos, sigue dominando el diario fragmentario, la vasta epístola de una preliteratura femenina. En los textos femeninos más que la sólida astucia de un argumento, viven las complejas rugosidades del matiz, de la ironía (107)

Según entrevé Lerner, la condición femenina y la artística parecieran tener dificultades para ser finalmente concebidas, al partir, incluso, de la misma actitud del sujeto femenino: “En muchas mujeres hay miedo de escribir porque, aún, hay miedo de vivir” (108). La autora de Crónicas ginecológicas en su reflexión, exhorta, a sus colegas de sexo y pasión literaria, a que, más allá de la disculpa, deben proponerse, aunque sea en la queja, en el lamento y el reclamo, una inflexión crítica –y estética- del mundo: “¿Y no es a causa de esas vulnerabilidades, que el cuerpo de la mujer es una batalla casi siempre victoriosa, pero sangrienta?”(12).
Referencias


Beauvior de, Simón. El segundo sexo. La experiencia vivida. Buenos Aires: Siglo XX. 1977. Bravo, Víctor. Figuraciones del poder y la ironía. Caracas: Monte Ávila, 1997.
Genette, Gérard. Palimpsestos. Madrid: Taurus, 1989.
Lerner, Elisa. Crónicas ginecológicas. Caracas: Línea Editores, 1984.
Pantin, Yolanda y Ana Teresa Torres. El hilo de la voz. Antología crítica de escritoras venezolanas del siglo XX. Caracas: Fundación Polar, 2003.
Rojo, Violeta. Breve manual para reconocer minicuentos. Caracas: Fundarte, 1996.